JOSÉ LUIS LASALA por María Jesús Buil

José Luis Lasala, pintor aragonés, miembro fundador en la década de los setenta, en Zaragoza, del grupo Azuda-40, estrechamente vinculado por profesión al mundo de la cultura, nos presenta en las Salas de Exposiciones de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, en Barbastro, su obra más reciente.

La primera sorpresa viene dada por el hecho de que, aún cuando todas las piezas son creaciones del siglo XXI, el autor ha querido titular el conjunto como: al borde del principio... El título dado a la Exposición nos remite a esa idea del eterno retorno a los orígenes al que nos vemos abocados los humanos, y los artistas no son una excepción, después de un largo viaje. Y largo viaje por la pintura es el de José Luis Lasala. Más de treinta años de oficio con una decidida opción por la abstracción pura casi desde los inicios.

Libertad expresiva necesaria para un hombre independiente, tenaz y riguroso en su trabajo pictórico, que siente la creación como algo necesario para su evolución personal como individuo: “hubo un momento en que pensé que mi obligación era pintar”, le confesó a Antón Castro en una entrevista. La pintura, si bien no ya obligación, sigue siendo su clara vocación.

No hay rastro de figuras en sus composiciones. El color y el espacio son los protagonistas absolutos de las obras. Apelan a la esencia: “en el principio fue la luz...” y aunque podemos disfrutar naturalmente de ellas por su matiz estético, es necesario dedi-carles tiempo, dejarse poco a poco cautivar hasta captar su esencia. Solo así nos acercaremos hasta la plena Vivencia Estética.

Nada nos debe parecer accidental en las pinturas de Lasala pues él, perfeccionista nato, mantiene solo aquello que le colma. Así, el conjunto de las obras, y también cada una de ellas, ofrecen la coherencia interna necesaria para establecer su jerarquía de valores cromáticos y plásticos, que necesariamente deben traducirse en sensaciones físicas complejas. La capacidad sensible del color penetra por los ojos, como por los oídos la palabra, y tras pasar las barreras del sentido llegar hasta lugares más profundos. De esta manera debe entenderse el Arte abstracto.

Al contemplar los cuadros de José Luis Lasala se piensa necesariamente en Rothko, y su uso del color como lenguaje con el que transmitir determinados estados de ánimo; o en algunas composiciones de Tobey, tan influenciado por el pensamiento y la cultura zen. Como ellas, las obras de Lasala, tienen un marcado carácter antropocentrista. Ya Kandinsky sostenía en los inicios del siglo XX que cualquier manifestación artís-tica proviene de una necesidad interior del ser humano.

Las pinturas de Lasala transmiten sensaciones y emociones, difícilmente nos dejarán indiferentes. Ojalá no seamos como los habitantes de La Caverna de Platón que, inmóviles, veían sólo lo que tenían delante. Para entender y disfrutar con la contempla-ción de la pintura abstracta es condición necesaria “romper con las cadenas que nos atan” y así, con cierta distancia, sentir que, tras lo evidente, arde una hoguera cuyo resplandor nos ilumina.

 


 


LAS NUBES PASAN TAN RÁPIDAS COMO LAS PROMESAS VANAS, 2004
Óleo y madera sobre lienzo
100x100 cm.
 
VIAJANDO EN TU MIRADA, 2004
Óleo y madera sobre lienzo
120x120 cm.
 
RAYUELA, 2003
Óleo y madera sobre lienzo
100x100 cm.