INDÓMITO. LA SIERRA DE GUARA.
Indómito. La Sierra de Guara es el título de la exposición de fotografía que se abrirá al público el próximo 20 de diciembre en la Sala de exposiciones del Centro de la UNED de Barbastro.
Jacques Llédos (Perpignan, 1953) lleva más de 20 años descubriendo y fotografiando lugares singulares de la Sierra de Guara. Su amor por el territorio y su obsesivo interés por las formas de la naturaleza y la técnica fotografica han hecho posible esta exposición en la que se puede ver una selección de sus mejores trabajos.
Un relato mágico a partir de fotografías inéditas que retoma la visión romántica de lo sublime en lugares salvajes e indómitos donde todo es posible. Un trabajo fotográfico que parte de la admiración por las formas sobrecogedoras e irregulares de la naturaleza y se centra en la búsqueda obsesiva de la luz y las formas en su belleza extrema.
La exposición se compone de una veintena de fotografías en blanco y negro realizadas por el autor en gran formato y la proyección del documental Mi camino, grabado durante este mismo año por el Centro de la UNED de Barbastro, en el que el fotógrafo Jacques Llédos nos habla de su trayectoria.
INVITACIÓN
LA MONTAÑA MÁGICA
Antonio Lachós
Ocurre algunas veces: una pasión termina convirtiéndose en una obsesión, se crean relaciones de dependencia y la atracción inicial pasa a ser, simplemente, destino. Jacques Llédos se enamoró de Guara con el instinto animal con el que nos hechizan los comportamientos de antes de que las palabras definiesen el mundo y a partir de ese momento inició un trabajo fotográfico al margen de convenciones y concesiones. Mientras la soledad y la cámara serían solo las herramientas para su deambular, el ritual para la interiorización psíquica del mundo de la que hablaba Tisseron continuaba en el laboratorio fotográfico: si la luz del sol había mostrado esa realidad, la luz de la ampliadora invocaría esa naturaleza apresada en la plata de la película.
El proceso tiene la fascinación latente de lo atávico: un hombre camina y observa el mundo con la desacomplejada tranquilidad de los animales salvajes, pues la naturaleza como tal no existe para ellos. Sin embargo, existe una mirada que intenta desencriptar la realidad, que se detiene cuando es seducida por esa belleza que necesita ser descrita para que el resto de la tribu descubra que la magia existe, pese al perenne intento de domesticación, y que existe una belleza primigenia propia del equilibrio de los ecosistemas que no habían sido alterados por ninguna especie animal. Es ese estadio el que busca el fotógrafo, antes por afán de comprensión que de conservación, pues este último está siempre rodeado de trascendencia, como si su objetivo fuese describir un lugar ignoto, ajeno al mundo conocido, y no la simple búsqueda de un significado que se resiste a ser desvelado.
Guara, mostrada desde ese lugar mental anterior al ser humano, deja de ser una sucesión de arquetipos turísticos para ser mostrada desde la sencillez de la luz solar que ilumina, como sucedió durante miles de años, la tierra desnuda y cruda, desposeída de prejuicios y cateogrías, pero enfrentada a un espectador que cree que ve la realidad cuando solo está viendo su representación. Al margen de la belleza declamatoria con la que la fotografía ha presentado a la montaña en los últimos cien años, las imágenes de Jacques Llédos suponen una regresión a esa mirada viriginal de la fotografía que buscaba, en los orígenes, aislar la belleza para poder contemplarla después desde la civilización. Y es al mostrar así la montaña cuando dudamos de la existencia del medio fotográfico y creemos que la piedra, el agua y la luz son así cuando nadie los contempla. En esencia, el verdadero misterio y la importancia de estas fotografías es que se ha devuelto el protagonismo a la naturaleza y la fotografía, de tan pura, ha pasado a ser invisible. Eliminando las capas de lectura, escondiendo el manual de instrucciones, estamos obligados a mirar la sierra desde ese lugar del pasado al que solo se puede acceder al entender que esa tierra que pisamos fue así la primera vez que descubrimos que el mundo cabía en la pared de una cueva y, al representarlo, comenzaba a existir también como relato.
Nota informativa:
Se cumplirá con las medidas higieníco-sanitarias para el correcto desarrollo de la actividad.
Entrada Libre.