Me puse las gafas de geómetra para buscar una espiral en el mundo que me rodea y prestando atención al bañarme, descubrí que en un gesto instintivo se creó lo que simulaba ser una "espiral de Arquímedes" de pelo y agua. Porque en la naturaleza algunas formas se repiten con frecuencia. La técnica empleada fue un disparo fotográfico rápido con una cámara deportiva acuática para encontrar una espiral viva, con sus líneas curvas sin fin y que al moverse se nos muestra hipnótica. Entre las entretelas fotográficas y tras el montón de píxeles, descubrimos la moraleja de una relación simbiótica humano-naturaleza.