Textos e imágenes del catálogo editado por el Instituto de la Mujer del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales y la Subdirección General de Cooperación, cuyas autoras son Maite Alvarez-Piner, Paloma González, Purificación Pliego y Marisa Sánchez.

LA CONQUISTA DEL VOTO EN ESPAÑA

El derecho de la mujer al voto fue una cuestión polémica mucho antes de su discusión en el Parlamento.

Durante el primer tercio de siglo se planteó por tres veces esta cuestión. En 1908 se solicitó el voto administrativo para las mujeres emancipadas, mayores de edad y cabezas de familia. Esta propuesta fue mayoritariamente rechazada.

Durante la Dictadura del general Primo de Rivera se plantea por segunda vez la cuestión y, mediante un decreto de 12 de abril de 1924, se concede «el voto a las mujeres solteras o viudas mayores de edad». Excluyendo, para proteger la unidad familiar, a las casadas «ya que podrían ejercerlo contra sus maridos».

Esta idea del «voto familiar», cuya representación se otorga al marido, aparecía cada vez que se intentaba incluir a las mujeres en el censo electoral y resurgió cuando, en 1931, se planteó el problema por última vez.

Con la llegada de la Segunda República se propone, durante la redacción del texto constitucional, el definitivo reconocimiento del derecho al voto de todas las mujeres mayores de edad, sin distinción de estado civil. Pero para conseguirlo hubo que vencer una fuerte oposición basada en los más peregrinos argumentos.

Ahora, desde una perspectiva histórica, cabe preguntarse cuál habría sido la suerte del voto femenino sin la movilización constante de muchas mujeres, encabezadas por una de las más ilustres y desconocidas figuras de la historia de España en el presente siglo: Clara Campoamor.